domingo, 7 de junio de 2009

EN EL CAMINO



"El número de todos los átomos que componen el mundo es, aunque desmesurado, finito, y sólo capaz como tal de un número finito (aunque desmesurado también) de permutaciones. En un tiempo infinito, el número de las permutaciones posibles debe ser alcanzado, y el universo tiene que repetirse. De nuevo nacerás de un vientre, de nuevo crecerá tu esqueleto, de nuevo arribará esta misma página a tus manos iguales, de nuevo cursaras todas las horas hasta la de tu muerte increíble. (J.L Borges “La Doctrina de los Ciclos- Historia de la Eternidad”)



Cuando abrió los ojos se encontró aprisionado contra algún sector de esa inmensa máquina de ruidos. Miró hacia todos los sectores, casi no había luz. Transpiraba, sufría calor y una opresión que nunca había experimentado; por un momento sintió unas incontenibles ganas de salir, de estar ahí afuera. Lo intentó pero no lo dejaron. Comprendió que debía esperar un rato más. Cuando pudo acostumbrarse a los movimientos, a las bruscas frenadas y aceleradas del conductor, se halló inmerso en una masa que lo llevaba al exterior.
Afuera todo era muy distinto, se sintió más libre, pero perdido. Aire. Comenzó a caminar hacia algún lugar. Notó que muchas personas lo miraban pero ninguna lo ayudaba a encontrar lo que quería. Siguió andando lentamente, con la vista nublada. Torpe, continuó caminando.
Cuando dio vuelta la esquina se encontró en un lugar maravilloso, lleno de cosas nuevas y grandes a sus ojos, nunca más se volvería a repetir. Belleza. Quería dar vuelta la esquina otra vez, creyendo que cada cambio de rumbo iba a ser mejor. En un principio no pudo, pero luego se metió a la fuerza. Resistió.
Esto duro poco. Todo comenzó a pasar a una velocidad increíble. Víctima del vértigo giró nuevamente. Y ahí, la calma. Larga resultó esa parte del camino, todo igual, lento y sólido. Se estancó.-
En este intervalo pudo darse vuelta a mirar lo que lo rodeaba. Notó una mujer que lo miraba, que se movía para el mismo lado que él, le sonrió, pero siguió caminando. Al llegar al final de ese trayecto una gran duda lo invadió. Empezó a sudar, sintió miedo. Doblo y empezó a marchar muy lentamente. Algunos se acercaron y lo tocaron con suavidad, otros ni siquiera repararon de su existencia, la mujer que lo acompañaba se detuvo y emprendió otro sendero. Tuvo un mal presentimiento. Detuvo a una persona que transitaba en la dirección contraria y le preguntó hacia dónde lo conducía este camino. Éste le sonrió. La calle se hizo invisible.
No supo qué hacer, estaba perdido, todo daba vueltas, había recorrido tanto y sentía que estaba en el mismo lugar. Se puso en cuclillas, se tapó los ojos con las dos manos. Las dudas se disiparon. Decidido se levantó, siempre con los ojos tapados y corrió. Cuando volvió a abrirlos, se encontró otra vez agazapado en algún rincón de esa inmensa maquina de ruidos.

2 comentarios:

  1. Excelente...que linda forma de escribir! Lo Felicito!

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  2. me encantaron tus cuentos tienen estilo soy mama

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